Correr por sensaciones

Parece que fue hace mucho pero en realidad no hace tanto tiempo que para entrenar se necesitaba poco más que una camiseta de algodón, un cronómetro y unas zapatillas. Y la verdad, ¿para qué más? a fin de cuentas siempre se corría dando vueltas a una pista y la mayor motivación que podías tener mientras lo hacías era el saber si serías capaz de clavar el ritmo objetivo y/o superarlo.

Sin embargo, a día de hoy, pocos son los que se plantean entrenar sin llevar un dispositivo capaz de medir velocidad, ritmo, distancia, frecuencia cardíaca, altimetrías o potencia entre otros.

Por ello me gustaría hablaros de algo que a veces subestimamos que es el entrenamiento por sensaciones. Una manera de valorar no solo nuestros entrenamientos a nivel deportivo, si no también a nuestro rendimiento desde un plano más holístico. Pero para poder explicarme mejor, voy a utilizar un ejemplo que, a groso modo, muestre las ventajas que podremos obtener de aprender a escuchar nuestro cuerpo.

Como entrenador definir un entrenamiento a un corredor puede parecer fácil, por lo que añadir por ejemplo cuatro series de mil metros a ritmo de cuatro minutos el kilómetro en una semana a un corredor puede ser algo aparentemente simple. Y del mismo modo se debería de esperar que el corredor (pongamos un corredor que puede hacerlas a ritmos más rápidos con relativa facilidad) cumplirá el entrenamiento sin demasiada complicación.

Y así debería de ser si nos basamos en los datos. Si tenemos bien definidas zonas de cardio y de ritmo, no debería haber complicación. Por ello, se podría decir que pueden pasar tres cosas principalmente:
Que vaya demasiado alto de ritmo o cardio obteniendo una carga más elevada a la calculada.
Que vaya en zona de trabajo objetivo.
Que vaya demasiado bajo obteniendo una carga de entrenamiento más baja de lo que realmente debería.

Todo ello teniendo en cuenta una medición perfecta y sin fallos, cosa que a veces no se puede asegurar.

Pero qué pasa con esos otros factores externos que los relojes a día de hoy no nos “pueden medir” (aunque la cosa ya está avanzando en este sentido) y que podrían afectar al rendimiento del deportista, como por ejemplo podrían ser los factores medioambientales (viento, lluvia, calor…). ¿Deberíamos tenerlos en cuenta?

Pues bien, a nivel personal ocurre algo similar, nuestro cuerpo reacciona a nuestro día a día, y lo que a veces parece no ser importante, a la hora de la verdad puede ser clave. Es por ello que prestar cierta atención a nuestro cuerpo, a nuestro estado, puede permitirnos darnos cuenta de nuestro estado de ánimo, nuestra alimentación, nuestro cansancio físico y/o mental, nuestro sueño, etc., ya que todos estos factores afectarán al entrenamiento, durante el mismo y/o al resultado final.

Entonces ¿qué debemos tener en cuenta cuando corremos por sensaciones?

Lo primero que hay que evitar es el hecho de caer en la falsa creencia de que prestar atención a las sensaciones no se trata de aflojar, bajar el ritmo o simplemente parar al mínimo pensamiento negativo. Más bien aprender a escuchar, escalar esos pensamientos y ver si realmente se trata de una alarma real o simplemente un pensamiento creado por nuestro cerebro para acabar con el estrés al que estamos sometiendonos. No olvidemos que un entrenamiento es una carga para nuestro organismo por lo que genera estrés sobre el mismo.

Tampoco se trata de entrenar sin mediciones ni parámetros. La información es clave para entender qué estamos haciendo, por esto mismo para entender mejor lo que nos pasa, poder saber cuando aparecen las señales, de qué manera y con qué impacto (si hay una subida del cardio, una bajada del ritmo,…) nos permitirá entender mucho más nuestro rendimiento y así no solo mejorar sino poder crear palancas a accionar en carrera y asegurar así un mejor resultado.

Por otro lado, un entrenamiento bien hecho siempre suma, pero un entrenamiento forzado por no atender a una señal real puede restar mucho. Por ello, no vale la pena arriesgar siempre, si por ejemplo has tenido una semana muy estresante o has dormido poco, durante el calentamiento valora empezar de menos a más, con algo más de cautela y poner el foco en tus sensaciones. Ver como notas el cuerpo, los músculos, las articulaciones, tu frecuencia cardíaca, tu respiración. A veces, esta sobrecarga mental puede sentirse en nuestra musculatura o manera de correr o incluso en nuestro descanso. Y sin duda, esta información puede evitar lesiones indeseadas, sustos y frustraciones a largo plazo.

Así que, a modo resumen y de manera muy genérica, entrenar por sensaciones vendría a ser el hecho de escuchar y tomar consciencia de tu cuerpo al entrenar. Sentir cada parte del durante cada entrenamiento y luego entender y ser capaz de anotar o registrar de algún modo dichas sensaciones o emociones. Y si además puedes comunicarte con un entrenador para que, de manera conjunta, podamos analizar los datos, anotar la información y ajustar las cargas de las próximas semanas, seguro que acelerará el proceso de mejora y el disfrute en cada una de tus sesiones.

Deja un comentario

Blog de WordPress.com.

Subir ↑